Le prestó la casa, los gatos, la ropa, el tiempo.
Le dió empuje, lugar, ideas, sabores, silencios.
Le recriminó la libertad, el diálogo, la novela.
Se comparó , se perdió, se inundó, se fue.
Tanto tiempo para tan pocas cosas importantes.
Para tanto ruido descompasado en un montón de silencio.
Tanto ir y devenir en el charco del ego, me , mei, mihi, mecum.
No hay nadie cuando todos empujan adentro.
Pero inagotable la sed la busca como una sombra al cuerpo proyectado.
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