domingo, 30 de enero de 2011

Biblioteca

La chica acumula los libros uno arriba del otro.
Se coloca atrás y escucha las voces.
Desnuda ni mira ni toca.
El perro lame el agua de la vereda
y la muerte es sólo una nota del silencio.
Si la violaron y tuvo placer sólo ella lo sabe.
No hay droga más severa que sentirse necesitada.
Abre los libros y corta las hojas inconexas con sus dedos apretados.
Las páginas caen al suelo. Se hecha y viste su desnudez con los discursos ajenos.
El suelo está frío, las palabras no pesan, sus parpados ceden a la nostalgia de la poesia.

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